Mejor bajo un paraguas
Antecedentes previos a la reflexión:
El lunes me desperté por la mañana temprano, cogí la bicicleta y fui a yoga. Salí con Draco a caminar por el parque, donde estuve tirándole la pelota un rato considerable, y volví a casa. Hice unas cuantas llamadas telefónicas por trabajo antes de montar de nuevo en la bici para ir a una reunión que empezaba a las 13:00h.
Pasaba por el Puente de Piedra a eso de las 12:40h. Éste es el más antiguo de Zaragoza que cruza el Ebro, de dirección única y de acceso reservado a taxis, autobues y bicicletas. Un montón de gente se aglutinaba en el borde mirando hacia el río, el autobús y la retahíla de coches que le seguían estaban parados sobre él. En general no suelo ser de las que se detienen a mirar. En esta ocasión, viendo el revuelo, me pudo la curiosidad. Creo que observar lo que ocurre a nuestro alrededor puede ser de utilidad.
Una cabeceita flotaba en el agua, ahí, abajo a mi derecha. Otra cabecita acompañada de sus dos brazos nadaba desde mi izquierda al centro del Ebro. El "socorrista" tardó unos minutos en poder coger a la persona que iba a ser rescatada, después empezó a nadar con ella hacia la orilla.
Pregunté al desconocido de mi izquierda por el suceso:
- Una chica se ha tirado desde el puente -Me dijo.
Otras dos personas saltaron al agua desde la orilla para ayudar al primero en su labor.
Cuando los tres héroes anónimos y la víctima llegaron a tierra, me dispuse a seguir mi camino abriéndome paso entre el tumulto a pie con la bici a cuestas. Una señora hablaba con el conductor del autobús todavía detenido:
- Se ha tirado -señaló hacia delante-. En unos metros encontrarás los libros en el suelo.
Después escuché otra conversación:
- Unos 16 años tendría... -dijo. Ha dejado los libros en el suelo, se ha sentado en el borde y, cuando ha visto que se acercaba la policía, se ha tirado.
Conforme me acercaba al final del puente, el coche de policía ya salía marcha atrás con el resto de los vehículos tras él. Los libros en el suelo no los ví.
Ayer martes, en la consulta comenté el suceso con algunos pacientes. Mi sorpresa fue alta cuando la primera persona a la que le cuento la historia me replica:
- Este verano caminaba por el parque que tenemos aquí al lado de la consulta. Vi a un abuelito subido a un árbol y a varias personas ayudándole a bajar. Pensé... ¿Cómo ha subido un hombre tan mayor ahí?... . Poco después encontré la respuesta -continuó-. Dos personas estaban hablando sobre lo sucedido:
Pongamos que "A" y "B" son dos amig@s que pasean por allí. Se encuentran con un señor mayor que amabalemente les saluda y siguen su andada. Minutos más tarde "A" y "B" dan la vuelta y ven como el señor mayor subido a un árbol se tira con una soga al cuello. Cuando mi paciente pasa por alli, "A"y "B" no sólo estaban ayudando a un señor mayor a bajar de un árbol, sino que le habían cogido previamente desde abajo para evitar el ahorcamiento espontáneo.
El segundo paciente al que le cuento la historia me dice:
- Si. Hace unas semanas un hombre se tiró de este puente que tenemos aquí y se mató.
La tercera me habla de alguien que este año se quitó al vida tirándose por la ventana.
Dejé de contar mi historia. Al parecer es frecuente presenciar intentos de suicidios. Tuve que empezar a reflexionar.
Reflexión:
¿Qué estamos haciendo tan mal?. Se me ocurrieron demasiadas cosas. Son aspectos sociales de los que creo que todos somos conscientes.
¿Qué puedo hacer yo para minimizar esto?. Se puede pensar que nada. Pero es una respuesta bastante comodona y yo no acostumbro a serlo.
Siempre he sabido que las personas sufrimos mucho a lo largo de la vida y que necesitamos ayuda para acabar con esa sensación de "estar perdido". Pero, como suele pasar, verlo y escucharlo en proximidad nos deja una huella mayor.
No nos conocemos. A nosotros mismos nos conocemos poquito, los demás son eternos desconocidos y no tenemos ni una ligera idea de lo que sienten o cómo los sienten, y qué les genera diversas emociones. Tratamos con el resto de individuos a nuestro alrededor sin saber nada sobre ellos. Sin tener consciencia de si nuestro trato poco responsable será la gota que colma el vaso.
La responsabilidad emocional va más alla de aquella que exigimos para con nosotros, va más allá de la que tenemos para con las personas que queremos. La responsabilidad afectiva tiene que ser global para con todos como la "Unidad Funcional" que sin darnos cuenta formamos. Dejemos de creer que nosotros sólos "nos valemos" para todo. TODOS NOS NECESITAMOS. Desde el que limpia nuestras calles a aquel que nos opera de una apendicitis. El que nos entrega un paquete o nos atiende tras un mostrador, sea el mostrador que sea.
Dejemos de pagar "los platos rotos" de nuestras desgracias o nuestra falta de trabajo interior con los demás. Nos merecemos tratos justos, nos merecemos sonrisas, nos merecemos apoyo. No de amigo a amigo, eso es muy facil; sino de persona a persona.
Nota: Hace unos años me hicieron una pregunta de estas tontas que nos hacemos de vez en cuando: "¿Si tuvieras que elegir un superpoder cuál sería?". Yo respondí que la habilidad de tocar a alguien y sentir de forma instánea lo que esa persona siente. Saberlo no me bastaba, era mejor sentirlo con la inteción de empatizar al 100% con ella/él y saber exactamente como actuar.
Hoy no querría sentirlo porque me conozco mucho mejor que entonces. Sé que en ese caso sería yo quien se tiraría del puente.
Pero sí es cierto que me gustaría entender a las personas que tengo cerca, no saber qué les pasa sino el porqué les pasa y con ello poder enteder mejor como comportarme o qué decir ante ellas.
No puedo llegar tan lejos, no tengo ese super poder.
¿Qué puedo hacer yo entonces?
Sonreir todo lo que pueda, aprender a escuchar antes de hablar, interpretar un mal gesto de alguien como un problema de ese alguien y no como una ofensa personal. Preguntar antes de juzgar.
Tengo tanto que mejorar a este respecto. Ojalá la vida me regale tiempo suficiente para poderlo perfeccionar.
Sé que el aprendizaje de esto no otorga títulos universitarios, ni dinero o poder... pero quizás, con algo de suerte nos otorgue un mundo más feliz en el que valoremos nuestras vidas como se merecen.
Sólo tenemos una oportunidad, hagámoslo bien, querámonos bien.
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